Energía sostenible y su contribución para que los sistemas agroalimentarios sean más sustentables

Existe una brecha preocupante en la cantidad de alimentos que producimos hoy y en la cantidad necesaria para alimentar a la creciente población mundial para 2050. ¿Podría ser parte de la solución la transición de la agricultura que depende de los combustibles fósiles a la agricultura que funciona en armonía con la naturaleza?

 

La publicación de la FAO: “El estado mundial de la agricultura y la alimentación”, señala que el aumento de la población y el aumento de los ingresos conducirán a un aumento de la demanda de productos agrícolas del 35% al ​​50% entre 2012 y 2050, lo que ejercerá una presión cada vez mayor sobre los recursos.

 

Los gobiernos, los productores y los consumidores deben abordar una amplia gama de preocupaciones sobre los sistemas alimentarios si queremos reducir los impactos de la agricultura en el medio ambiente. En todo el mundo, no consumimos alrededor de un tercio de los alimentos que producimos y, por lo tanto, un tercio de la energía suministrada a lo largo de la cadena alimentaria ya se desperdicia. Gran parte de estos alimentos se vierten, por lo que terminan en vertederos donde el gas metano resultante no puede capturarse ni utilizarse, ni procesarse en biogás u otras formas de bioenergía.

 

Una forma de reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos es aumentando el uso de almacenamiento y envasado en frío; pero ambos también pueden conducir a un mayor uso de energía, por lo que también se debe introducir el uso de energía renovable y envases ecológicos.

 

La FAO ayuda a los gobiernos y a los profesionales a introducir tecnologías de energía sostenible, adaptadas a cada entorno único, en las diferentes etapas de la cadena alimentaria mediante, por ejemplo:

 

  • El uso de sistemas de energía renovable en varios proyectos de campo de la FAO, tanto en entornos de desarrollo como humanitarios.
  • El proyecto FAO INVESTA, que ha desarrollado una metodología para evaluar los costos y beneficios ambientales, sociales, económicos y financieros de la introducción de energías renovables en las cadenas alimentarias. Hasta la fecha, ha aplicado este análisis a tres cadenas alimentarias (arroz, verduras y leche) en cinco países (Tanzania, Túnez, Senegal, Kenia y Filipinas).
  • La evaluación del potencial para producir bioenergía a partir de residuos de las cadenas alimentarias en Turquía y Egipto.
  • La evaluación rápida de la calidad y replicabilidad de los sistemas integrados de energía alimentaria en Ghana y Mozambique.

 

La FAO ha pedido una segunda “Revolución Verde”, la primera trató mejorar los rendimientos, esta vez se trata de hacerlo de una manera verde y sostenible, siendo eficiente en el uso de los recursos y asequible al producir alimentos, es decir, energía sostenible baja en carbono para la agricultura en donde los sistemas alimentarios tienen un papel clave para lograr este objetivo.